Hoy en día, la mayoría de las personas conocen el término o concepto de ansiedad ya que, desgraciadamente, son cada vez más las personas que lo experimentan por sí mismas. No obstante, existen diferentes tipos de trastornos relacionados con la ansiedad que tienen características propias y que quizá, no son tan conocidos a nivel general. En este caso, nos centraremos en la agorafobia.
¿Qué es la agorafobia?
Se trata de un tipo de trastorno de ansiedad.
Se caracteriza por la aparición de un miedo o ansiedad intenso al encontrarse en una situación en la que la persona valora que sería difícil escapar o disponer de ayuda en caso de que fuese necesario.
Suele ocurrir en espacios abiertos, especialmente si se reúnen gran cantidad de personas. Por ejemplo: transportes públicos, zonas de estacionamiento, mercados, tiendas, teatros o cines, etc.
Una de las características definitorias de este trastorno es la evitación que hace la persona de este tipo de situaciones que le generan malestar, pudiendo llegar incluso a no salir de casa sólo por miedo a las mismas.
La agorafobia, en ocasiones, puede ir acompañada de un ataque de pánico. En estos ataques las personas sufren síntomas fisiológicos que pueden asociar con miedo a desmayarse o sufrir un infarto.
Ese ataque de pánico genera miedo al miedo, las personas agorafóbicas temen a las situaciones que puedan crearles ese malestar y es lo que hace que deriven en conductas de evitación.

Significado de la palabra agorafobia
La palabra procede del griego. Por un lado “agora” significa sitio de reunión o plaza pública. Por otro lado “fobia” significa miedo o huida.
Tiene una prevalencia aproximada de un 1.7% anual que se registra principalmente en la etapa de adolescencia tardía y vida adulta temprana.
Generalmente suele darse más en mujeres que en hombres y aunque tiene unas cifras menores que otros trastornos de ansiedad, puede llegar a ser realmente incapacitante.
Síntomas de la agorafobia
Como cualquier otro trastorno de ansiedad, podríamos diferenciar los síntomas de la agorafobia en tres categorías diferentes:
A nivel fisiológico
Nos referimos a todos aquellos síntomas que sentimos en nuestro propio cuerpo.
- Aumento de la frecuencia cardiaca o taquicardia
- Temblores en las extremidades
- Mareos o vértigos
- Hormigueo en brazos o piernas
- Sudoración excesiva
- Dificultad para respirar o sensación de ahogo
- Opresión en el pecho
A nivel cognitivo
En este caso hablamos a nivel mental, todas aquellas sensaciones, emociones o pensamientos.
- Pensamientos catastrofistas
- Angustia extrema
- Sensación de pérdida de control
- Miedo a morir
- Miedo a no tener escapatoria
- Irrealidad
A nivel conductual
Se trata de las acciones que llevamos a cabo como consecuencia de los síntomas anteriores.
- Evitar lugares que tenemos asociados a esa sensación de malestar
- Necesitar compañía para acudir a ciertos lugares
- Mantenerse siempre cerca de tu casa
- En casos extremos, dejar de salir de casa
Causas de la agorafobia
El origen de este tipo de trastornos no es simple ya que pueden existir multitud de causas que deriven en la presencia del mismo.
En muchos casos la agorafobia aparece después de una experiencia traumática en un lugar público: un accidente, un robo, un síncope o desmayo, etc.
Esto puede hacer que extrapolemos esa situación de malestar generada por un evento puntual a todos aquellos que a los que se pueda parecer el lugar en el que sucedieron los hechos.
Las habilidades personales juegan un papel fundamental en la aparición o no de este tipo de trastornos.
Concretamente si hablamos de gestión emocional las condiciones serán mucho más favorables si tenemos tolerancia a la frustración y la incertidumbre, capacidad de resolución de problemas o autoconfianza, que si carecemos de ellas.

Las experiencias vividas en la infancia son realmente influyentes en el desarrollo de las personas en la etapa de la adolescencia.
Diversos factores pueden ser factores de riesgo para sufrir el trastorno como un estilo de apego inseguro por parte de sus progenitores, o un estilo de crianza sobreprotector que dificulta la independencia de la persona en su desarrollo.
Tratamiento de la agorafobia
Podemos optar por tres tipos de tratamiento: psicológico, farmacológico o combinado. Esto dependerá en gran medida de la gravedad de los síntomas que presente el paciente, la incapacidad mayor o menor que generen y la decisión de la propia persona.
Tratamiento psicológico para la agorafobia
Su principal ventaja es que la eficacia del tratamiento psicológico es a largo plazo, es decir, no termina cuando finaliza la terapia.
Esto es porque uno que uno de los objetivos terapéuticos es dotar a la persona de las herramientas necesarias para saber cómo actuar en caso de que vuelva a suceder en el futuro.
Concretamente, la terapia cognitivo conductual presenta evidencias científicas de eficacia en este tipo de trastornos utilizando principalmente técnicas de relajación y respiración, reestructuración cognitiva -creencias distorsionadas, interpretaciones catastrofistas, etc-, gestión emocional, desarrollo de habilidades y recursos de afrontamiento…
La terapia de exposición o exposición en vivo también resulta altamente útil en este tipo de trastornos. Implica que el paciente se exponga en la vida real y de forma progresiva a las situaciones que teme o evita.
Tratamiento farmacológico para la agorafobia
Generalmente la medicación se utiliza como acompañamiento al tratamiento psicológico, aunque no está aconsejada en todos los casos, sólo en aquellos en los que la incapacidad y los síntomas son de gran gravedad.
Tiene una eficacia a corto plazo y es importante reducir la dosis de fármacos progresivamente ya que en caso contrario se pueden producir recaídas y los fármacos utilizados pueden crear dependencia.
Los medicamentos más utilizados son los ansiolíticos y los antidepresivos, comúnmente los inhibidores selectivos de recaptación de serotonina (ISRS).
Si te sientes identificado/a con las características de la agorafobia no dudes en ponerte en contacto con nosotros, podemos ayudarte.