Angustia, miedo, ansiedad, estrés… son tantas las emociones que podemos experimentar, que conocerlas y ponerles nombre, aunque bien es sabido que nos puede aportar muchos beneficios, no es una tarea sencilla de realizar.
Sobre todo, cuando se trata de emociones complejas, que además no se expresan o sienten de igual manera o ante los mismos estímulos en todas las culturas, y que tienen parecidos con otras emociones con las que nos podemos confundir.
¿Qué es la angustia?
Como breve introducción a su conceptualización es importante matizar que la angustia ha sido objeto de estudio a lo largo de la historia por filósofos, psicólogos, psiquiatras, teólogos y poetas.
Por lo tanto, las conclusiones a las que podamos llegar en este humilde artículo, están muy lejos de ser completas o extensas, ante un concepto de tanta envergadura.
Concepto de angustia
Al tratarse de una emoción de esta complejidad es difícil explicar con palabras en qué consiste exactamente o qué se siente. Una descripción que creo que se acerca mucho es dolor emocional insoportable.
Puede llegar a ser tan incapacitante o bloquearte de tal manera igual que un dolor físico de gran intensidad. Además, a nivel físico se producen diversos síntomas que se manifiestan en todo el cuerpo y veremos más adelante.
Se trata de una emoción desagradable, visceral y obstructiva, ligada generalmente a situaciones de desesperación en las que la característica principal es que la persona se siente incapaz de actuar y dirigir sus actos.
Diferencia entre ansiedad y angustia
Hoy en día se utilizan prácticamente de forma indistinta los términos ansiedad y angustia para referirse a un estado emocional de miedo, incertidumbre y desesperación generado por situaciones de la vida cotidiana.
También se ha dicho en su momento que la angustia tiene un origen y conceptualización más filosófico y la ansiedad más psicológico. Incluso se han llegado a diferenciar distintos tipos de angustia como la angustia vital o la angustia neurótica.
Otra de las hipótesis apunta que la angustia se diferencia de la ansiedad en que la primera es una respuesta que aparece como reacción a los síntomas de ansiedad y miedo, y que es completamente psicológica. Un estado emocional intenso que se interpreta como tremendamente desagradable.
Síntomas de la angustia
Si aceptamos, aunque sean pequeñas diferencias entre angustia y ansiedad, diríamos que la angustia aparece cuando se amplifican los síntomas de la ansiedad.
- Opresión en el pecho
- Sensación de ahogo
- Fatiga
- Miedo a perder el control o a morir
- Irrealidad
- Problemas digestivos
- Taquicardia
- Sudoración excesiva
- Temblores de las extremidades
¿Qué son las crisis de angustia?
Es un periodo de tiempo generalmente corto o breve en el que predomina una sensación muy intensa de desesperación, miedo o ansiedad. Se acompaña de síntomas físicos y emocionales como los que acabamos de ver.
Las crisis de angustia pueden ocurrir como parte de cualquier trastorno de ansiedad. No obstante, también pueden aparecer en personas que sufren otros trastornos, como por ejemplo depresión.
Son frecuentes y tienen una prevalencia anual en adultos de un 11%. De forma general las personas se recuperan sin intervención de ningún tipo. Sin embargo, algunas de ellas pueden derivar en un trastorno de angustia.
¿Qué es un trastorno de angustia?
El trastorno de angustia consiste en una preocupación constante y patológica por parte de la persona ante la posibilidad de sufrir otra crisis de angustia. Y, por lo tanto, hace todo lo posible por evitar que esto ocurra.
Esto se manifiesta en conductas de evitación con todo aquello que tenga que ver con la situación en la que se produjo la anterior crisis de angustia. Y esto puede ser algo tan cotidiano y necesario como, por ejemplo, conducir.
Este trastorno tiene una prevalencia entre el 2 y 3 % de la población. Su comienzo se suele producir habitualmente en la última parte de la adolescencia y las mujeres tienen un riesgo mayor de padecerlo que los hombres.
Tratamiento de la angustia
Como para muchos otros trastornos podríamos hablar de dos tratamientos diferentes: el farmacológico y el psicológico.
Tratamiento farmacológico
Se utilizarían en principio antidepresivos, entre los que existen varios que demuestran una gran eficacia como los tricíclicos, los ISRS (Inhibidores selectivos de recaptación de serotonina), moduladores de serotonina, etc.
O ansiolíticos como las benzodiacepinas. Estás actúan de forma más rápida que los antidepresivos, pero también tienen un riesgo mayor de dependencia y tienen más efectos adversos como somnolencia o problemas de memoria.
Tratamiento psicológico
Por un lado, podríamos hablar de la terapia de exposición. En la que la persona tendría que exponerse de forma progresiva y controlada a las situaciones que le producen crisis de angustia hasta lograr la gestión emocional necesaria en la misma y eliminar el malestar.
Por otro lado, también es eficaz la terapia cognitivo-conductual en las que se trabaja la evitación a las situaciones problema, cambio de pensamientos y creencias erróneas, técnicas de relajación, etc.