La dislexia no es una problemática joven y ha tenido diversos nombres a lo largo de la historia. La primera vez que aparece descrita es en el año 1877 por Kussmaul, quien la nombró como ceguera verbal.
A pesar de formar parte de la literatura desde hace más de 100 años y de ser un trastorno muy estudiado y del que existe una amplia aportación bibliográfica, no existe consenso entre los expertos ni siquiera ante algunos aspectos básicos. Existiendo diferentes opiniones respecto a la propia definición, causas y tratamiento.
¿Qué es la dislexia?
Actualmente, podemos decir que la dislexia es un trastorno clasificado dentro de las dificultades específicas del aprendizaje. Es concretamente el trastorno más frecuente dentro de las dificultades de aprendizaje que tiene una prevalencia entre el 5 y el 10% pudiendo llegar a un 15%.
La dislexia se caracteriza por un déficit en el aprendizaje de la lectura en individuos que poseen un cociente intelectual medio o alto y que han tenido una estimulación contextual en cuanto a su desarrollo, que entra dentro de la normalidad.
Síntomas
La característica definitoria para la detección de la dislexia es un retraso en el aprendizaje de la lecto-escritura que se identifica en conductas como lentitud en la lectura, tendencia al deletreo, escasa comprensión de lo leído y extracción de ideas.
Además, la dislexia tiene una alta comorbilidad con otros trastornos como la discalculia o la disortografía, dificultades en el aprendizaje del cálculo y de la escritura respectivamente. También con problemas de atención y/o impulsividad.
Todo lo anterior, si no se subsana a tiempo, puede derivar en bajo rendimiento académico y fracaso escolar, además de problemas a nivel emocional como baja autoestima, problemas de conducta o dificultades de adaptación a nivel social.
Causas
No existe a día de hoy, una causa única y consensuada como origen de la dislexia, sino que existen diversas teorías con más o menos apoyo de evidencia científica.
Base genética
Se ha demostrado que los niños hijos de padres disléxicos tienen ocho veces más posibilidades de padecer este trastorno que la población media. Además, también se ha visto que la prevalencia entre hermanos es alta. El 40 % de los niños hermanos de niños con dislexia presentan un mayor o menor grado de la misma.
La dislexia no es una enfermedad en la que existan rasgos cualitativamente diferentes a la población sana. No se heredaría, por tanto, un rasgo patológico, sino un rasgo cuantitativo que según su interacción con el contexto tiene una mayor o menor predisposición a derivar en dislexia.
Base neurológica
Otra de las hipótesis es que las personas con dislexia tienen alteraciones neurológicas, como el hemisferio derecho de mayor tamaño que el izquierdo, que las neuronas no estén ordenadas de la misma manera que en un individuo sano, o que se utilicen áreas diferentes del cerebro para realizar tareas.
Incluso se ha dicho que las células del sistema magnocelular, encargado de la percepción visual, son más pequeñas de lo que deberían.
Sin embargo, no hay acuerdo entre los expertos a la hora de sacar conclusiones sobre el origen de la dislexia.
Teoría fonológica
Esta hipótesis es la que más peso ha ganado en los últimos años. Sostiene que existe un déficit a la hora de asociar grafemas con fonemas, es decir, la dificultad se encuentra en el nivel más básico de aprendizaje del lenguaje. Al no haber una automatización en reconocimiento de palabras y su descodificación, se producen dificultades en el desarrollo de la lectura.
Es una dificultad que se ha encontrado en todas las personas con dislexia, y que no está asociada a dificultades visuales o auditivas como se pensaba en un primer momento, donde la dislexia llegó a llamarse ceguera verbal.
Tratamiento
La dislexia no es categórica, es decir, no es tan simple como tenerla o no tenerla ya que no todas las personas que tienen dislexia tienen exactamente las mismas dificultades, influyendo en gran medida el momento de detección de la misma y la intervención y/o prevención que se haga al respecto.
Por eso, es importante, que se haga una detección temprana de la misma, ya que puede cambiar en gran medida el transcurso y desarrollo de la misma.
No existe hasta el momento, tratamiento farmacológico para la dislexia.
Las conclusiones acerca del déficit fonológico como base de la dislexia y la constatación experimental de su validez, hacen que los programas creados para prevenir, tratar o mejorar la dislexia tengan su base en métodos fonológicos.
Tienen la finalidad de que el niño adquiera una buena capacidad para la identificación de palabras, partiendo de la detección de los fonemas para la construcción de las mismas.
Además, es importante que no sólo a nivel educativo, sino también parental y si es necesario profesional/psicológico exista intervención terapéutica basada en el apoyo emocional, el entrenamiento en habilidades sociales y la diversidad de aprendizaje.