El estrés es una de las palabras más utilizadas en nuestro día a día. Se habla tanto de él y convive tanto en nuestra vida cotidiana que parece que se ha desvirtuado la definición concreta de la palabra, utilizándola a día de hoy para para referirse a multitud de situaciones, sentimientos o estímulos.
¿Qué es el estrés?
El estrés, en sí mismo, es una respuesta adaptativa de nuestro cuerpo ante un estímulo. Se produce una activación cerebral que prepara nuestro sistema para reaccionar ante un evento o situación.
Por lo tanto, aunque en el lenguaje con el que hablamos de él habitualmente, tenga una connotación negativa, el estrés en su función principal, no lo es.
La característica adaptativa del estrés radica en que cumpla su función. Es decir, si se produce activación cerebral ante cualquier estímulo o si no se produce la desactivación posterior, una vez haya terminado esta situación o evento, el estrés deja de ser adaptativo y comienza a ser negativo.
Síntomas del estrés
La sintomatología del estrés es muy diversa. Dos personas pueden sentirse estresadas al mismo nivel de intensidad y ante la misma situación y, sin embargo, tener síntomas diferentes.
A continuación, veremos los síntomas más comunes y generales categorizados por tipología. Es probable que, si te has sentido estresado en algún momento, te sientas identificado con alguno de los síntomas, pero no con todos.
Físicos
- Sudoración excesiva
- Temblores en las extremidades
- Aumento del ritmo cardiaco y/o de la tensión arterial
- Pérdida o aumento del apetito
- Sensación de opresión en el pecho
- Dificultad para respirar o hiperventilación
- Dolor de cabeza
- Estreñimiento o diarrea
- Tensión muscular
- Cansancio o fatiga
Conductuales
- Gesticulación exagerada
- Comer compulsivamente o saltarse comidas
- Comienzo o aumento de consumo de sustancias tóxicas –fumar, beber, etc-
- Dormir en exceso o insomnio
- Llanto
- Bruxismo: rechinar los dientes
- Aparición de tics nerviosos
Emocionales
- Irritabilidad
- Sensación de angustia
- Agresividad
- Inquietud
- Nerviosismo
- Miedo o pánico
Cognitivos
- Pérdida de memoria o lagunas
- Dificultad para concentrarse
- Bloqueo
- Pensamientos recurrentes o en bucle
- Procesamiento mental ralentizado
- Preocupación excesiva
Causas del estrés
Los motivos por los que uno puede sentirse estresado son miles, ya que generalmente tiene más que ver con cómo gestionamos las situaciones, eventos o problemáticas que se nos presentan, que por lo que son en sí mismas. De hecho, hay eventos que generalmente causan estrés en muchas personas y que no son problemas o cosas negativas, como por ejemplo la planificación de una boda o la maternidad.
A pesar de esto, existen causas que, de forma general, generan estrés en gran parte de la población:
Factores económicos: la falta de ingresos que te garanticen cubrir las necesidades básicas propias y de tu familia, y la posibilidad de tener un mínimo de calidad de vida, como es normal, suele generar estrés.
Sobrecarga de trabajo: existe de hecho, un tipo de estrés que tiene que ver únicamente con la parte laboral. Burn out o síndrome de estar quemado en el trabajo, implica un agotamiento físico y mental cuando el volumen de trabajo es excesivo, existe insatisfacción laboral, etc.
Relaciones personales: siempre puede ser una fuente de estrés un conflicto o problema en una relación personal, ya sea familiar, sentimental, etc.
Tratamiento del estrés
Como decíamos un poco más arriba, el estrés tiene que ver con cómo gestionamos, generalmente, las situaciones. Por eso, el tratamiento y la prevención del estrés, desde La psicóloga del segundo, van orientados a dotar a la persona de las herramientas de afrontamiento necesarias.
En primer lugar, es importante hacer un buen diagnóstico de las situaciones o estímulos que nos producen estrés. Una vez en ese punto, se trata de conseguir identificar qué genera en nuestro cuerpo y en nuestra cabeza ese estrés y esas situaciones, es decir, cuales son los síntomas.
Una vez hemos hecho el trabajo anterior, toca centrarse en las habilidades que ya tenemos para sacarles el mayor rendimiento, y en adquirir aquellas de las que carecemos.
Para el tratamiento del estrés es beneficioso trabajar en técnicas de relajación, de aceptación, de gestión emocional, de afrontamiento y solución de problemas, de organización y optimización del tiempo, etc. Dependiendo de las necesidades y ritmos de la persona.