El miedo es una emoción primaria y universal. Surge ante un estímulo que puede presentar un peligro real, potencial o imaginario.
Biológicamente el miedo tiene un gran valor adaptativo. Imagina que no tuviésemos miedo a nada: a caer al caminar por un desfiladero, a quemarnos con el fuego, a ser atacados por un animal salvaje, etc. Actuaríamos sin valorar el riesgo que existe, y por lo tanto no tomaríamos precauciones. Sería realmente peligroso ya que nuestra conducta sería atrevida, insensata y osada ante cualquier situación.
El miedo es, por tanto, un mecanismo de defensa y protección que nos ayuda a sobrevivir.
Psicológicamente el miedo es una emoción muy humana. Es desagradable, pero no por ello debemos asumir que es negativa. Al final y al cabo, todas las emociones sirven para algo, como hemos visto en el párrafo anterior. Cuando hablamos del estímulo que desata el miedo, puede ser un peligro real –un coche que circula a toda velocidad con dirección a donde tú te encuentras en ese momento- o un peligro imaginario generado por una idea –miedo a los fantasmas.
Sin embargo, que los estímulos sean reales o imaginarios no hace que la reacción que tengamos ante ellos sea más o menos intensa. Puede generar la misma emoción el miedo a un león hambriento que el miedo a la oscuridad.
¿Qué son las emociones universales?
Como decíamos el miedo pertenece a las cinco emociones primarias y universales que existen. Esto quiere decir que se expresa, se siente, y se interpreta de igual forma en cualquier parte del mundo, independientemente de la cultura, el idioma o el país en el que nos encontremos.
Estas cinco emociones son la alegría, el miedo, la ira, el asco y la tristeza. Existen muchas otras emociones que sí están sujetas –algunas de ellas- a la forma de expresarse o actuar de una determinada sociedad, con un vocabulario concreto. Sin embargo, la expresión del miedo, como la de las otras cuatro emociones primarias y universales, la entenderían en cualquier parte del mundo y la sentirían de la misma manera.
Síntomas del miedo
Nuestro cuerpo y nuestro cerebro entran en estado de alerta ante un posible peligro o amenaza, y por lo tanto se producen cambios como preparación para actuar al respecto. Algunos de ellos son:
Fisiológicos
- Aumento de la presión cardiaca
- Sudoración
- Aceleración de la respiración
- Contracción muscular
- Dilatación pupilar
Cognitivos
A nivel cognitivo se produce una sensación de malestar. Como decíamos no es una emoción agradable en sí misma, y lo importante data en saber cómo gestionarla, ya que implica una gran preocupación y sensación de inquietud y desazón.
Conductuales
A nivel conductual, y adaptativamente actuamos ante el miedo de tres maneras posibles. Enfrentamiento o lucha, bloqueo o huida. Lógicamente, la segunda es la más incapacitante ya que no se trata de una decisión propia el permanecer, sino de una dificultar para gestionar y afrontar o huir. Entre las otras dos opciones no hay una que sea mejor que la otra, ya que depende en gran medida de las características del estímulo que ha provocado el miedo.
¿Cuándo el miedo se convierte en patológico?
El miedo, a pesar de no ser negativo en sí mismo, puede volverse un problema cuando nos invalida o incapacita en nuestra vida cotidiana; cuando el estímulo es imaginario y no se atiene a la razón o la lógica; cuando su frecuencia e intensidad es alta y cuando capacidad de desactivación del cuerpo es deficiente.
Por ejemplo, puede tengamos un gran miedo a los elefantes que nos incapacita completamente cuando vemos uno de cerca. Si vivimos en el norte de España y no tenemos pensado viajar a un país o lugar dónde eso pueda ocurrir, no es un miedo que nos limite en nuestra vida diaria y cotidiana.
Sin embargo, si aquello que nos produce un gran miedo es la oscuridad, si puede limitarnos en nuestra actividad del día a día. Ya que depende cómo se gestione ese miedo, puede llegar a hacernos evitar todo tipo de situaciones que no suponen un peligro real y que sí suponen un problema o conflicto en el desempeño de nuestro día a día. Puede de hecho, derivar en una fobia.
El miedo como origen de muchas fobias
- Agorafobia –miedo a espacios abiertos-
- Aracnofobia –miedo a las arañas-
- Claustrofobia –miedo a espacios cerrados-
- Acrofobia –miedo a las alturas-
- Hematofobia –miedo a la sangre-