La duración del proceso de psicoterapia es muy variable y depende de muchos factores. Influye en gran medida la gravedad y nivel de incapacidad de los problemas a los que nos enfrentemos, la participación activa de la persona que pasa por el proceso ya que es fundamental, los factores externos del entorno de la persona ya que pueden ser más o menos favorecedores, la mayor o menor dificultad de los objetivos planteados, etc.
Por ejemplo, cuando la persona llega a sesión con un problema correctamente identificado y muy concreto y acotado, la duración del proceso es más breve. Sin embargo, si en primer lugar debemos identificar el origen del malestar, trabajar sobre varios ámbitos o sobre problemas de una mayor profundidad, es normal que el proceso psicoterapéutico se alargue más en el tiempo.
En general, las primeras sesiones son de recogida de información, evaluación detallada y particular y establecimiento de objetivos. En segundo lugar, se pasa a la fase de tratamiento, es decir, comenzar a trabajar sobre los objetivos, analizar los resultados que vamos obteniendo y plantear nuevos según el avance del paciente. Es la fase más larga del proceso terapéutico. Por último, pasamos a la fase de consolidación y mantenimiento en la que las sesiones pueden darse de manera más espaciada en el tiempo.